Se me hace cada vez más difícil continuar siendo el objeto de todos, nadie toma en cuenta lo que siento, simplemente vamos al hecho, y luego soy un desecho… Un juguetito, un pequeño muñeco de hule, que usan sin consideración alguna, como si esa fuera mi misión. Y nadie pretende que ello sea distinto, sigo sonriendo mientras cada pedacito de mi se tambalea con ganas de romperse.
No solo las niñas sueñan con ser princesas y vivir en cuentos de hadas, yo a veces pensé que era hijo de reyes, y que algún día sería príncipe, y viviría en un gran castillo, con grandes terrenos y muchos caballos, con armaduras oxidadas en algunos de los pasillos de la mansión, y sirvientes a mi disposición. Pero nada de eso se hizo realidad nunca, no llego ninguna carta, ni mensajeros reales a buscarme, a la final solo quedo resignarme.
Buscando amor, me entregue a la pasión creyendo que en algún punto entre el contacto nacerían caricias que fueran algo más que solo para matar el queso (que solo para matar las ganas). Al principió me pareció normal, al principió no le di importancia, pero después entre tanto y tanto, lo mucho se hizo poco, y la insensibilidad se apodero de mi cuerpo, ya ni por placer lo hacía, quizás solo para satisfacerlas, pero más nada podía pasar.
Como las princesas, a veces yo también me peino cien veces, a ver si con eso me olvido de lo que vivo a diario, a ver si con eso mi sueño se vuelve realidad, y me convierto en príncipe, en príncipe de la verdad, a ver si la realidad deja de ser tan absurda, y deja de solicitarme cosas que nunca podré dar.
¿Cuántas veces he de cepillarme entonces?, ¿Cuántas máscaras he de cargar?, ¿Cuántos sueños no se volverán realidad?, ¿Debe importarme el llorar, o simplemente es una señal de mi propia mortalidad?. Pero entonces ¿Por qué nadie se da cuenta de que yo también siento?.
Uno se cansa, uno se cansa de siempre dar y dar y dar, y nunca recibir. Uno se cansa de poner cara feliz y por dentro ser miserable, uno se cansa de escribir cosas para ella, y darse cuenta que ella nunca existió, y nunca existirá, que simplemente lo otro que he escrito es una manera de llenar el vacío, ese maldito puesto que nunca será ocupado, esa silla en la mesa del comedor que nunca ha tenido un rostro, ese asiento en la sala que jamás será llenado por alguien, me canso y no tengo palabras para explicar que a lo mejor yo soy muy exigente conmigo mismo, y quizás todo esto sea culpa de ello, de mi patológica manera de siempre tener el control.
Y sin embargo hoy no tengo el control sobre mis sentimientos, sobre lo que siempre he mantenido encerrado con llave, sobre eso que no quiero que nadie vea, y aquí estoy otra vez intentando fingir, estoy tratando de darme cuenta que no puedo seguir ocultando mis temores y errores. Trato solo por esta vez de no esconderme más, ¿Por qué, que hay de malo en decir?, ¿Qué hay de malo en sentir?.
El cuerpo se quema, entre las ilusiones de amor en muchas camas, en muchos otros cuerpos, en casas de desconocidos, a la final gente que no me ama. Y lo único que espero, es que alguien al mirarme se de cuenta de lo que mis ojos quieren mostrar, se de cuenta de mi ganas de amar, ¿Qué importa el mundo y sus absurdos?, lo más probable es que la soledad me está destruyendo, ya lo único real es la sensación de apacible tranquilidad que trae el olor de las sábanas de mi cama, un olor de un tiempo que ya no existe más, y que impaciente se mezcla con el absurdo presente. Cien cepilladas es lo único que me queda, y los cabellos que raídos que se desquebrajan de mi cabeza, cien cepilladas que me inducen a un mundo de ensueño, olvidando la verdad.
Antes de dormir, estoy más lejos de lo que quiero encontrar, de lo que jamás podré estar. Irracional, incomprensible, ilógica se vuelve la vida… Y amar se vuelve más difícil, aunque nunca fue más fácil de lo que es ahora. Nula simplemente nula, invalidad y terminada, es la racionalidad que acompaña el actuar. Ya estoy harto de buscar y nada poder encontrar, estoy harto de ser y en el fondo no ser lo que quisiera ser, peleando por excusas y excusando peleas, para que a la final nada valga la pena, y para que ni siquiera exista la luz de un cariño sincero.
Cepíllate el pelo, y apaga la luz, olvida lo paradójico… Olvida la realidad que se vuelva absurda cuando trata de ser verdad. Olvida que algún día podré amar, cien cepilladas nada más.
08:26pm
21/10/07
Barquisimeto – Vzla
Pd: Pequeño homenaje a una escritora que con su “diario”, me cambio el mundo. Y con sus palabras sencillas, me hizo ver lo complicado del cariño entre personas. (Melissa P. Cien cepilladas antes de dormir).
No solo las niñas sueñan con ser princesas y vivir en cuentos de hadas, yo a veces pensé que era hijo de reyes, y que algún día sería príncipe, y viviría en un gran castillo, con grandes terrenos y muchos caballos, con armaduras oxidadas en algunos de los pasillos de la mansión, y sirvientes a mi disposición. Pero nada de eso se hizo realidad nunca, no llego ninguna carta, ni mensajeros reales a buscarme, a la final solo quedo resignarme.
Buscando amor, me entregue a la pasión creyendo que en algún punto entre el contacto nacerían caricias que fueran algo más que solo para matar el queso (que solo para matar las ganas). Al principió me pareció normal, al principió no le di importancia, pero después entre tanto y tanto, lo mucho se hizo poco, y la insensibilidad se apodero de mi cuerpo, ya ni por placer lo hacía, quizás solo para satisfacerlas, pero más nada podía pasar.
Como las princesas, a veces yo también me peino cien veces, a ver si con eso me olvido de lo que vivo a diario, a ver si con eso mi sueño se vuelve realidad, y me convierto en príncipe, en príncipe de la verdad, a ver si la realidad deja de ser tan absurda, y deja de solicitarme cosas que nunca podré dar.
¿Cuántas veces he de cepillarme entonces?, ¿Cuántas máscaras he de cargar?, ¿Cuántos sueños no se volverán realidad?, ¿Debe importarme el llorar, o simplemente es una señal de mi propia mortalidad?. Pero entonces ¿Por qué nadie se da cuenta de que yo también siento?.
Uno se cansa, uno se cansa de siempre dar y dar y dar, y nunca recibir. Uno se cansa de poner cara feliz y por dentro ser miserable, uno se cansa de escribir cosas para ella, y darse cuenta que ella nunca existió, y nunca existirá, que simplemente lo otro que he escrito es una manera de llenar el vacío, ese maldito puesto que nunca será ocupado, esa silla en la mesa del comedor que nunca ha tenido un rostro, ese asiento en la sala que jamás será llenado por alguien, me canso y no tengo palabras para explicar que a lo mejor yo soy muy exigente conmigo mismo, y quizás todo esto sea culpa de ello, de mi patológica manera de siempre tener el control.
Y sin embargo hoy no tengo el control sobre mis sentimientos, sobre lo que siempre he mantenido encerrado con llave, sobre eso que no quiero que nadie vea, y aquí estoy otra vez intentando fingir, estoy tratando de darme cuenta que no puedo seguir ocultando mis temores y errores. Trato solo por esta vez de no esconderme más, ¿Por qué, que hay de malo en decir?, ¿Qué hay de malo en sentir?.
El cuerpo se quema, entre las ilusiones de amor en muchas camas, en muchos otros cuerpos, en casas de desconocidos, a la final gente que no me ama. Y lo único que espero, es que alguien al mirarme se de cuenta de lo que mis ojos quieren mostrar, se de cuenta de mi ganas de amar, ¿Qué importa el mundo y sus absurdos?, lo más probable es que la soledad me está destruyendo, ya lo único real es la sensación de apacible tranquilidad que trae el olor de las sábanas de mi cama, un olor de un tiempo que ya no existe más, y que impaciente se mezcla con el absurdo presente. Cien cepilladas es lo único que me queda, y los cabellos que raídos que se desquebrajan de mi cabeza, cien cepilladas que me inducen a un mundo de ensueño, olvidando la verdad.
Antes de dormir, estoy más lejos de lo que quiero encontrar, de lo que jamás podré estar. Irracional, incomprensible, ilógica se vuelve la vida… Y amar se vuelve más difícil, aunque nunca fue más fácil de lo que es ahora. Nula simplemente nula, invalidad y terminada, es la racionalidad que acompaña el actuar. Ya estoy harto de buscar y nada poder encontrar, estoy harto de ser y en el fondo no ser lo que quisiera ser, peleando por excusas y excusando peleas, para que a la final nada valga la pena, y para que ni siquiera exista la luz de un cariño sincero.
Cepíllate el pelo, y apaga la luz, olvida lo paradójico… Olvida la realidad que se vuelva absurda cuando trata de ser verdad. Olvida que algún día podré amar, cien cepilladas nada más.
08:26pm
21/10/07
Barquisimeto – Vzla
Pd: Pequeño homenaje a una escritora que con su “diario”, me cambio el mundo. Y con sus palabras sencillas, me hizo ver lo complicado del cariño entre personas. (Melissa P. Cien cepilladas antes de dormir).